En la montaña
Carlos Montemayor, Los poemas de Tsin Pau (2007)
El invierno quiere volver,
lo siento aproximarse.
Antes de que la nieve cubra la montaña
decido visitar a mi amigo Lan Yu.
La neblina surge desde el río.
Llego al primer poblado poco después del amanecer.
Una ligera llovizna se inclina sobre las chozas y el camino.
Varios campesinos brotan y se esfuman en la densa niebla.
Un soldado quiere saber a dónde me dirijo
"A la aldea Kal-Tsu", le contesto.
"Mi padre nació en esa comarca —confiesa—,
está lejos. ¿Tienes urgencia de ir o estás loco?"
"Estoy loco y quiero visitar a mi amigo.
Por combatir en varias guerras contraje ambas cosas".
El soldado se esfuma en el camino.
Al cabo de varias horas decido
detenerme a comer un poco.
La niebla queda abajo, en el valle,
ocultando el lejano río, los bosques:
a la distancia, quieta a mis pies,
semeja un inmenso lago de aguas blancas y poderosas.
Un halcón atraviesa el cielo
sin agitar las alas, como el silencio.
Cuando llego a la aldea
la pendiente de la montaña es muy pronunciada:
más que recurrir a los músculos de mis piernas,
siento que voy cargando mi propio esqueleto.
Me dirijo a la fuente,
a beber del agua que mana
de una roca blanca y lisa.
Cuando me inclino, oigo la voz de Lan Yu:
"Te distinguí desde hace una hora".
Sus ojos brillan, contento.
"Sigues igual —me dice—,
Sigues distrayéndote con el mundo
en lugar de ver tu camino".
Zhou Wenju, 文苑圖 (Jardín literario) (siglo X).
El invierno quiere volver,
lo siento aproximarse.
Antes de que la nieve cubra la montaña
decido visitar a mi amigo Lan Yu.
La neblina surge desde el río.
Llego al primer poblado poco después del amanecer.
Una ligera llovizna se inclina sobre las chozas y el camino.
Varios campesinos brotan y se esfuman en la densa niebla.
Un soldado quiere saber a dónde me dirijo
"A la aldea Kal-Tsu", le contesto.
"Mi padre nació en esa comarca —confiesa—,
está lejos. ¿Tienes urgencia de ir o estás loco?"
"Estoy loco y quiero visitar a mi amigo.
Por combatir en varias guerras contraje ambas cosas".
El soldado se esfuma en el camino.
Al cabo de varias horas decido
detenerme a comer un poco.
La niebla queda abajo, en el valle,
ocultando el lejano río, los bosques:
a la distancia, quieta a mis pies,
semeja un inmenso lago de aguas blancas y poderosas.
Un halcón atraviesa el cielo
sin agitar las alas, como el silencio.
Cuando llego a la aldea
la pendiente de la montaña es muy pronunciada:
más que recurrir a los músculos de mis piernas,
siento que voy cargando mi propio esqueleto.
Me dirijo a la fuente,
a beber del agua que mana
de una roca blanca y lisa.
Cuando me inclino, oigo la voz de Lan Yu:
"Te distinguí desde hace una hora".
Sus ojos brillan, contento.
"Sigues igual —me dice—,
Sigues distrayéndote con el mundo
en lugar de ver tu camino".
Zhou Wenju, 文苑圖 (Jardín literario) (siglo X).
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