Fausto, gladiador*

Fernando Quiñones, Las crónicas de Hispania (1985)

Supo calarme el hierro.

Sin hablar, tal vez compasivos,
junto a jergón donde yazgo
hombres callados -¿quiénes?- me contemplan
y, aunque enrojezca al muro el poniente de Córdoba
me encuentro en mis mañanas de Alejandría,
calles y arenas de la juventud,
columnas en hilera bajo el mar soleado,
seco salor caliente de las barcas.

Todo el tiempo es un día , y de los breves.
A treinticinco años llegué;
duchos para el oficio de divertir matando,
muriendo.

Apenas veo ahora, crece el fuego
de mi costado y se me aleja
deprisa el mundo: agradezco estos dones;
aquel Cerintho agonizó hasta el alba,
no le acerté de lleno.
Yo estoy corriendo más ligera suerte.

*Córdoba ha dado numerosas inscripciones dedicadas a gladiadores. En el siglo I, el llamado Fausto fue gladiador murmillo, de los que combatían con casco adornado por un pez, y con espada, escudo y defensas en las piernas. Natural de Alejandría, peleó en las arenas doce veces y pereció a los 35 años. Notifican Tovar y Blázquez [Historia de la Hispania romana] que le erigieron el ara su esposa "también esclava y un compañero gladiador, tracio". Cerintho, esclavo asimismo y de origen griego, llegó a Córdoba procedente de la escuela gladiadora de Capua, fundada por Nerón; libró dos combates y murió con 25 años.

































Pierre Julien, Gladiateur mourant (1779)

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