El invierno de la Edad Media

Luis Antonio de Villena, Asuntos de delirio (1996)

Desaté tus sandalías
y te besé los pies. Fríos, estaban fríos
y hermosamente rojos de la nieve.
Tumbados junto a un fuego de encina,
entre el olor vegetal y cálido del mundo,
oíamos a los monjes cantar salmos, muy oscuramente...
¡Tu cuerpo hermoso! ¡Cómo besé tu cuerpo,
tan blanco, dulce y fuerte, mientras te entredormías!
Tragué tu sexo entero.
No podía olvidar que caminábamos juntos, flagelantes,
hacia el perdón y hacia la penitencia...
El silencio parecía un gigante
y el rezo de los monjes el retumbe de un barco en la galerna
No sé si me decías:
¿Estamos ya cerca del final de los tiempos?
Tu dulce cuerpo tan recio me parecía dulce.
Dulces frío tus pies. Dulce tu axila.
Tu cuerpo erecto allí.
No sé adónde íbamos. Era el más duro invierno.
La nieve más profunda. Y la voz de los monjes
retumbaba en la piedra.
La música- dijiste- la música...
Tus labios eran rosas, suavemente rojos
como tu dulce cuerpo...
Hermano mío de tiempo y penitencia.
¿Qué hacemos los dos juntos? ¿Dónde vamos?
¿Dónde nos lleva el miedo? No es la peste, no el hambre.
El viento ruge en el claustro de piedra.
Los monjes cantan en plegaria de sombra.
Estamos solos, tú y yo, hermanito. Solos...
Es una Edad Media interminable. Fuego ahí, en la noche oscura.


















Rondel del folio 2r del Codex Vindobonensis 2554 (c. 1250), una bible moralisée, en el que se muestra a una pareja de mujeres en el fondo y a otra de hombres al frente, rodeadas por demonios.

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