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Mostrando entradas de marzo, 2016

Peligroso

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Jesús Aguado en  Litoral. Revista de la Poesía y el Pensamiento   no. 221-222. Cavafis  (1999) A muchos el estudio y la contemplación les vuelve débiles −soldados que se apoyan en sus lanzas para andar y no piensan ya nunca en el combate−, sin resistencia −cráteras en mil pedazos rotas por el simple portazo de un amante furioso−, fanáticos −se ahogan porque olvidan que el barco tiene velas y remos y un timón, y no sienten el viento, el oleaje, la voz de las estrellas gritándoles el rumbo−, monstruosos −son hidras de múltiples cabezas peligrosas en un cuerpo que sólo las sirve de soporte−, inútiles −anegan las viñas que debían regar−, injustos −son balanzas amañadas en días de mercado−, ciegos −si miran, sólo lo hacen con los ojos−. A muchos el estudio y la contemplación les hace analfabetos y les mustia los lotos de la carne. Pero no a mí, que sé −y es lo primero que aprendí− los saltos que hay que dar del placer a la sabiduría, qué abismos lo...

Arte Poética*

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Fernando Quiñones, Las crónicas inglesas (1980) Una noche, el viejo Caedmón, aquel que siempre se avergonzaba y rechazaba el arpa, al llegarle su turno de cantar, dejó la mesa, se fue a dormir a los establos para cuidar de las caballerías y en su sueño le dijo un hombre: "Cántame alguna cosa" "No sé cantar, por eso vine aquí" "Cantarás − le instó el otro − voy a decirte qué: el origen del mundo" Caedmón cantó y no sabía qué iba diciendo, nunca oyera hablar de aquello que nombraba, pero cantó y cantó entre el áspero olor de los caballos y el vaho acuchillado por el frío, y al despertar recordó el tema: la creación del mundo. Nunca llegó a leer. Los monjes de Hild le referían pasajes de los libros antiguos y Caedmón los rumiaba como un limpio animal y los hacía verso. Cantó así la venida del hombre, miles de nacimientos, de agonías, las migraciones, el Mar Rojo, hasta Cristo y sus enseñanzas antes de que la Iglesia las ajase. Así ...